miércoles, 1 de febrero de 2012

La educación y el futuro

"...

La única manera de ajustar oferta a demanda es simultanear la producción con la eficiencia, es decir, con la reducción drástica de disipación de energía. Para eso necesitamos establecer, al lado de los códigos de derechos, códigos muy completos de obligaciones.



Hay quienes se quejan de que los nuevos tiempos lesionan sus derechos. Pero ¿cuáles deben ser sus obligaciones en un mundo real, un mundo con problemas?


Para conseguir ajustar la sociedad a un suministro limitado de energía y a una eficiencia aun desconocida en el planeta necesitamos formar a muchos jóvenes brillantes y a otros, que si no pueden ser brillantes, al menos sean capaces de poner en marcha las soluciones de manera rápida y eficaz, trabajando con esfuerzo y disciplina.


Y aquí entra la educación. Hace una semana examiné de física a algunos alumnos de primero de la Universidad de Alcalá. Los ejercicios eran simples problemas de poleas, planos inclinados, momentos de inercia y cargas simples sobre una viga horizontal con dos apoyos. Problemas similares habíamos hecho en clase, y el último, de una viga, era exactamente igual a otro resuelto con pelos y señales en la clase. Los resultados ha sido catastróficos.


La razón de la catástrofe está en la palabra 'similares'. Lo que se necesita en este mundo son soluciones nuevas para problemas que aparecen ahora y no habían aparecido antes. No necesitamos formar a los jóvenes para que aprendan a coser zapatos de la misma manera como lo hacían sus abuelos, sino para que inventen nuevas formas de vestir el pie.


Una mayoría de alumnos llega a la universidad sin haber pensado que su trabajo como estudiantes es, por supuesto, dominar la técnica a su nivel, la trigonometría, las derivadas e integrales; pero que sobre todo es desarrollar su capacidad de resolución de problemas que no han visto, de utilizar las herramientas que tienen en sus manos y las analogías con los ya resueltos para intentar resolver los nuevos.


El problema es la falta de estímulo intelectual. De aceptar que su trabajo, a su edad, es decir: ''Aquí hay un problema nuevo: Voy a resolverlo'', rechazando de plano la idea de que su responsabilidad es 'aprender' colecciones de problemas.


Tenemos desafíos inmensos, que se están presentando ya ante nosotros. Y en cierta medida son nuevos. Hemos olvidado lo que es vivir con energías de bajo rendimiento. Tenemos que diseñar esquemas que nos permitan no revertir a situaciones culturales anteriores al siglo XIX con energías que tienen EREIs mas próximos a la agricultura que al petróleo. Para esto necesitamos jóvenes tales que rechacen las soluciones obsoletas y encuentren soluciones a problemas nuevos.


Eso es la educación. Lo demás, charla de café"



Creo que Antonio hace una aproximación extremadamente lúcida a uno de los principales problemas que asola el cerebro yla conducta de una inmensa mayoría de nuestra juventud.



Son los jóvenes los culpables? Solo en parte.



Hago recaer la mayor parte del protagnismo de la culpa a una Sociedad (con mayúscula) que permite que aparezcan y se consoliden modelos de conducta a imitar "fáciles" que se convierten en estereotipos asumidos por los jóvenes muy lejos de las "vidas ejemplares" que implican esfuerzo, superación y éxito.



Estos ejemplos deseables están permanentemente ausentes de nuestros medios de comunicación, aún en los minutos basura.



De dónde queremos que nuestros jóvenes obtengan su inspiración?



Antonio Ruiz de Elvira
Sobre la vertical de El Mundo
en el rito de paso hacia
la educacón y las nuevas tecnologías

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