Gregory tiene razón cuando dice que este fenómeno es imparable.
Hay y habrá detractores. La tecnología ira por delante, una vez más, de la ética y de las leyes.
Las capas de la población más poderosas tendrán la tentación de utilizar su privilegiada posición en beneficio propio.
Este si es el momento de que los poderes públicos ejerzan su tutela.
lunes, 22 de noviembre de 2010
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